“…El 18 de setiembre a la tarde, la Escuadra de Mar llegó a la altura de Pontón Escalada. Rojas lanzó desde allí un ultimátum al gobierno: exigía la renuncia de Perón, so pena de bombardear la ciudad de Buenos Aires y la destilería de petróleo de La Plata. Para demostrar su “patriótica” decisión, el 19 ordenó el bombardeo de la destilería de Mar del Plata, que realizó el crucero ”9 de julio”. Todo indicaba que no vacilaría …
El plazo estaba por vencer, cuando se tuvo la noticia de que Perón había entregado al ejército una nota ofreciendo su renuncia (no era una renuncia formal, que debía elevarse al Congreso). Decía -entre otras cosas- la nota del presidente: “El Ejército puede hacerse cargo de la situación, el orden y el gobierno, para construir la pacificación de los argentinos antes de que sea demasiado tarde, empleando para ello la forma más adecuada y ecuánime.
Creo que ello se impone para defender los intereses superiores de la nación. Estoy persuadido que el pueblo y el ejército aplastarían el levantamiento, pero el precio será demasiado cruento, perjudicial para sus intereses permanentes (…). Ante la amenaza de bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que nadie puede dejar de poner intereses o pasiones …
Después, Lucero informó que una junta de generales mediaría entre el presidente y los insurrectos, a los que invitó cesar las hostilidades. Lonardi, desde Córdoba, exigía la renuncia de Perón e invitaba a Rojas -con el que no había mantenido contacto alguno- a enviarle un delegado.
Lo curioso es que el jefe de la revolución no se creía triunfante. Y militarmente, no lo estaba. Todavía el día 20, diría a Lagos – llegado desde Cuyo: “… sólo poseo el terreno que piso. Mañana se reanudará el ataque a Córdoba y tengo muy pocas posibilidades de éxito, pero estoy resuelto a luchar hasta morir…”
En circunstancias tales, sólo el cansancio y el desaliento de Perón ante la defección de sus dirigentes pueden explicar su actitud. Es conjeturable que no se sintiera con sustento suficiente para seguir adelante y juzgara inútil más derramamientos de sangre.
No parecía confiar mucho en sus apoyos militares: “Supimos luego que el Comando en Jefe del Ejército de represión estaba minado de enemigos”, afirmaría después. Tampoco en la dirigencia sindical: “La huelga general estaba preparada y no salieron. Los dirigentes con Di Pietro a la cabeza y toda la CGT lista para parar el país… ¡y no lo pararon! Trataron de arreglarse con los que venían”, recordaría años más tarde en tono amargo…”
Más información en todoperon.org en la sección 4/ capítulo 7/ Pag. 4 de: Perón, la revolución inconclusa. http://www.villamanuelita.org/todoperon/peron04/glyptodon/capitulo07/index.html
📽️ VIDEO
Reportaje a Juan Perón, sobre la revolución de 1955
La Hora de los Hornos. Grupo de Cine Liberación.
Duración: 3,40 minutos
https://www.youtube.com/watch?v=g6_hm6YyzTE
– ✒️ DOCUMENTO
La deslealtad
Escrito de Juan Perón
http://www.villamanuelita.org/todoperon/peron04/glyptodon/capitulo07/txt_popup1.html