Sería un error recomponer las fuerzas del Movimiento Nacional sin una previa autocrítica que explique el ascenso del monstruo.
Milei ganó las elecciones exponiendo una línea política de estudiantina universitaria. Sin embargo, acertó al desarrollarla desde afuera de un sistema político fosilizado y colonial. La casta política de la argentina fue impugnada en su conjunto incluyendo al peronismo partidocrático en sus dos vertientes: los conservadores y los progresistas.
Todo el peronismo fue impugnado. TODO. Digo esto, porque parece que nadie se hace cargo del muerto y ya empiezan las articulaciones de recomposición del poder para ponerse al frente de una resistencia social que lógicamente comenzará a crecer especulando en términos electoralistas y calculando con esa agenda.
Esto genera la tentación de agruparse a ver quién es el más “resistente” a la locura mileísta, pero esto seguirá sin resolver el problema principal que es explicar el porqué del fracaso político del gobierno de Alberto Fernández que permitió el desencadenamiento de un nuevo “que se vayan todos”.
Sin una alternativa nueva se corre el peligro de acentuar peligrosamente una grieta que atenta contra la única forma de reconstrucción de una nueva democracia que será recomponer el diálogo y la confianza entre los argentinos.
No se debe enfrentar a Milei desde el caduco sistema político liberal sino desde algo distinto, algo revolucionario que construya una nueva esperanza para nuestra comunidad. Si la resistencia es desarrollada desde la misma articulación política que nos llevó a la derrota, quizás pueda ser una alternativa ante una posible catástrofe, pero sin duda no resolverá el problema fundamental que es el desarrollo de un nuevo poder político que pueda sacar a la Argentina de su situación colonial.
Otro de los riesgos es que aflore rápidamente el divisionismo y la disociación ante la falta de un nuevo objetivo que ponga un punto de convergencia común a todas las fuerzas que componen nuestro movimiento.
Sólo el debate sobre el verdadero sentido revolucionario del peronismo puede lograr gestar un objetivo estratégico que ordene al conjunto. Profundizar sobre las características de la nueva democracia popular y social podrá ir conformando una nueva fuerza política que vaya circunscribiendo la locura oligárquica y corporativa.
Resistamos el avance de la antipatria ofreciendo una nueva democracia popular que permita la conformación de un Movimiento de Liberación que geste una nueva alternativa política para la Nación.